En pleno Domingo de Ramos, el Levante se aferró a un golpe de fe para agarrarse a sus aspiraciones por tratar de asomar la cabeza en los puestos de playoff. Tras ir cayendo por dos goles, firmados por Tete Morente y Mario Gaspar, y un dominio absoluto del Elche en el primer tiempo, un penalti cambió por completo el rumbo del encuentro. Dela tomó la responsabilidad desde los once metros y Brugué encarnó el espíritu de la remontada, marcando el tanto del empate y asistiendo con un sublime taconazo a Dani Gómez para llevar al éxtasis al Ciutat de València en el tiempo de descuento. Tres puntos que alimentan el sueño de afrontar las últimas diez jornadas con la ambición de pelear por el ascenso, cuando parecía imposible tras ver a un Levante gris en los primeros 45 minutos del encuentro. Como dice la canción de Los Secretos, un himno en la grada granota, el Levante ha muerto y ha resucitado.