Dos goles en dos minutos de Clemente y de Iván Azón, dos fogonazos en la nada, evitaron un incendio de consecuencias mayúsculas en La Romareda, que pidió a coro la marcha de Miguel Ángel Ramírez, pese a que no lleva ni un mes y apenas dos partidos en el club aragonés, y dimisiones de mayor alcance. A doce minutos del final, el Tenerife de Álvaro Cervera mandaba en el marcador con dos tantos de ventaja y había retratado de arriba abajo al Zaragoza de Ramírez, pero el fútbol es imprevisible y todo puede cambiar en un instante. O en dos. El empate final mantiene al Zaragoza en tierra de nadie y saca al reactivado Tenerife de la última posición.