En un ambiente frío y con media entrada en Los Cármenes, el Granada afrontaba una final. Una final para poder agarrarse a la posibilidad de entrar en el playoff y, sobre todo, para Escribá. Había mucho más que tres puntos en juego y se notaba. El técnico rojiblanco apostó por cambiar el sistema con Trigueros y Gonzalo Villar en la medular junto a Sergio Ruiz. El talaverano, por fin, aparecía de inicio y con la intención de meter mucha calidad en el centro del campo. Y lo consiguieron. Eran los andaluces los que salieron con más intención, con esa marcha más que faltó en las últimas jornadas.