Final de auténtica locura. En un partido donde el Oviedo fue muy superior y mereció llevarse la victoria por juego y ocasiones llegó una escena de suspense cinematográfico. Se había rebasado el minuto 100′ cuando Einar Galilea reclamaba un agarrón dentro del área cometido por Oier Luengo. La Rosaleda, que daba por maravilloso el empate, se encontró con que era posible el milagro de la victoria. Tras una larga deliberación tecnológica en la sala VOR se decretó que había falta dentro del área.



