
Dicen que los ojos son el reflejo del alma y los de Aitor Sanz estaban perdidos. Como los de muchos aficionados. Buscaban, seguramente, una explicación a esta mala temporada del Tenerife que terminó en el descenso a Primera RFEF. “Ha sido el partido más duro que he jugado nunca”, admitió el capitán tras el 0-0 ante el Racing de Ferrol.