Los Lakers estaban en una cresta emocional de la que se tenían que bajar para recibir a los Rockets en el Crypto Arena. O más bien, Luka Doncic, que con su regreso a Dallas tuvo uno de los partidos más importantes de su carrera deportiva. El duelo no defraudó: el vídeo previo al choque hizo llorar al astro esloveno, que nunca se quiso ir de los Mavericks. Y después se exhibió con 45 puntos para demostrar a un Nico Harrison escondido entre bambalinas que se había equivocado. El directivo recibió los gritos y abucheos del respetable, que pidió su despido durante el transcurso del encuentro a diestro y siniestro. Y, al final, el momento soñado: una larga ovación para el héroe que han perdido antes de poner rumbo al play in, que servirá sólo para que la agonía se prolongue unos días más mientras su temporada será recordada como lo que es: una catástrofe auspiciada por un general manager que es ahora el enemigo público número
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