La batalla por la Champions a orillas del Turia comenzó a las nueve de la noche. El roce del balón con la hierba sonó a cornetas. Los nervios llenaban el campo, los dos equipos similares. Precipitados, pero valientes, buscando en cada jugada al rival. Hacía muchos partidos que el Atlético no salía con la presión tan alta. Temblaba el Valencia en la salida de balón. Un Valencia con Guedes disfrazado de Rodrigo y Mangala ocupando el boquete que deja la falta de Garay. Del Cholo fue el inicio. Su arma se llamaba rombo.
Así ordenó a sus centrocampistas. Koke de enganche, Thomas ancla, Saúl a su izquierda y Llorente, a su derecha. Un Llorente omnipresente. Que robaba, replegaba y rondaba. Alrededor de su nombre Mestalla mascaba peligro. Fue tras un robo, un pase atrás de Vitolo y un centro de Correa. Fue que la pelota tocó en Paulista, que no acertó a despejar, y Llorente estaba en el punto de penalti, camuflado con el traje de
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