El partido empezó como el día, gris y desapacible. Los vigueses tenían el balón, pero carecían de ideas, mientras el Espanyol se sentía cómodo esperando su momento. La lesión de Starfelt antes del cuarto de hora no hizo más que certificar la mala tarde que estaban viviendo los célticos. Y cuando el encuentro estaba siendo más soporífero que el discurso de un político, Puado apareció para frotar la lámpara. El capitán espanyolista conectó con Romero a través de una preciosa pared y a continuación le sirvió el gol en bandeja a Roberto Fernández. El cordobés no perdonó en el mano a mano ante Guaita y envió el esférico a la red. El tanto dejó grogui al Celta, que no supo reaccionar. Casi lo aprovechan los de Manolo tras una gran jugada por la derecha de El Hilali, pero Expósito chutó muy centrado y Guaita desvió sin excesivos problemas.