Disparó Cardona con la diestra. Cabrera y Cheddira, con la zurda. Uno, desde la frontal. Los otros, dentro del área. Pero los tres surgieron de las entrañas, del alma, y por eso fueron auténticos misiles, con los que el Espanyol se reencuentra con la victoria tras cuatro derrotas y, lo más importante, salva la cabeza de Manolo González. No hay más que ver la ovación que el entrenador se llevó por parte de la grada. Cayó el Celta en la emboscada de un inesperado Espanyol, lo que frena su buena marcha a pesar de la tardía reacción.
