Nada en el Madrid estaba siendo lo esperado salvo Bellingham, un futbolista tan bueno como responsable. Se ha echado a los lomos un equipo desvaído y le ha vuelto a poner en el cogote del Barça desde la calidad y desde el corazón. Su mérito es que procura no solo ser magnífico, sino también ejemplar. Empezaron siguiéndole pocos y acabaron siguiéndole casi todos en Girona, Mbappé incluido, con su undécimo gol, este sí de su catálogo, después de otra primera parte desafortunada. El tanto inicial del inglés, quinto en los cinco últimos encuentros ligueros, sacó al Madrid campeón. Cuando su aductor dijo basta ya no había partido ni Girona, que tuvo media hora del curso pasado y una de este.