No hay un día de felicidad completa para el Madrid en el curso. Ni siquiera cuando volvió a ser el Madrid emperador que conoció el mundo el año pasado con una victoria contundente ante Osasuna magníficamente aderezada: el buen debut del central del Castilla Asencio, una versión imparable de Vinicius, algunos brotes verdes de Mbappé, patito feo hasta ahora, y el primer gol de Bellingham, que ofreció el brillo y la llegada de aquellos días de gloria de su primer año. El resto quedó registrado en el parte de guerra, con tres caídos: Rodrygo y Lucas Vázquez, con lesiones musculares, y Militao, con la rodilla derecha quebrada. Sus gestos y sus antecedentes provocaron una inquietud extrema. De Osasuna solo pudo decirse que no quiso molestar, ni antes ni después de la cadena de desdichas blancas.