La ola de optimismo sobre la que surfeaba el Madrid sufrió una brusca interrupción con la visita del Villarreal, que no es campeón de la Europa League por la gracia de Dios. Desactivó al Madrid como nadie lo había hecho hasta ahora; empequeñeció a Vinicius, Asensio, Rodrygo, Modric y al que se le acercó. Y se le fue el triunfo por pulgadas. El Madrid abandonó el partido con ganas de celebrar que salió vivo.
Ancelotti trae una obligación (la de ganarlo todo, ineludible en la casa), pero también una misión, incumplida por Zidane: echarse al monte con los jóvenes que el club ha fichado aquí y allá antes de que se volvieran prohibitivos. Por ahí se explican las suplencias de Lucas Vázquez, al que el italiano no le encuentra la gracia como lateral que sí aprecio su predecesor, y de Hazard, que ha pasado por todas las estaciones: ausencia, impaciencia, insistencia y, ahora, intermitencia. Así que para que cupieran Casemiro,...