Salió el Atlético como disparado por un tirachinas hacia la portería de Rui Silva. Como si eso de tirar las primeras partes perteneciera a otra vida, a otra temporada, a otro equipo, no al rojiblanco. Había bajas, sí, Costa no estará muchos meses, también, faltaba el comodín de Saúl, pero el cholismo estaba ahí. Con la pareja Herrera-Llorente en el medio. Con la formada por Morata y Vitolo arriba. Con presión alta, altísima, como una marea que llenaba toda la hierba en Los Cármenes ahogando al Granada, que se vio sorprendido, que durante muchos minutos aguantó más que jugó. Y sin dejar de perseguir hombres de negro.
Koke y Herrera comandaban los pases. Correa y Vitolo recibían por dentro, tratando de buscarle un resquicio al Granada. Sólo les faltaba marcar, una ocasión clara. Si en la primera cabalgada de Vitolo el rechace de Rui Silva le pasó a Correa centímetros desviado cuando sólo debía empujar, en la segunda...