La esperanza del Leganés se disparó enredada en la velocidad del canterano Diomande para firmar un empate exiguo en lo matemático, pero vital en lo anímico frente a Osasuna, ese rival que se veía ya chapoteando feliz en el azufre de Butarque con 0-1 hasta que este crío de 18 años emergido del banquillo fue capaz de provocar con un centro envenenado el penalti sobre Sergio que Raba marcó en el tramo final (81′). Igualada in extremis. Oxígeno para creer.